Buenos Días
A principios de la semana estaba preparado para acudir a una entrevista de trabajo, pero un par de horas antes de la cita acordada, recibí una llamada para aplazarla hasta primera hora del día siguiente, acepté a regañadientes, en una semana liada como la que tengo no me resultaba fácil el organizar mi tiempo, pero como guardaba aún cierta parte de interés transigí y acepte la nueva cita.
Así fue como me desperté algo más temprano de lo habitual y dirigí mis sonámbulos pasos al lugar de la entrevista. Llegué con suficiente antelación y al rato de verme esperando el sueño que arrastraba, sumado a la contradicción que sentía por el cambio de planes se fue transformado en algún tipo de incierta indignación.
Entonces apareció la persona que me iba a entrevistar, y como si fuera magia todos los pesares desaparecieron.
En términos estrictamente formales diré que la entrevista fluyo como era debido, con las típicas preguntas y respuestas, declaración de intenciones y consabidas estratagemas, tanto de quien tiene algo que ofrecer, como de quien tiene que demandar, unos papeles que intercambiamos durante los 45 minutos que duró el ir y venir de nuestra conversación profesional.
Puede que os preguntéis sobre que es lo que cambió mi forma de iniciar la jornada, y puede que la respuesta os parezca incluso pueril, pero es franco reconocerlo.
Al ver a la entrevistadora me quede casi sin aliento, era una chica con un rostro bellísimo, puedo que fuera uno de los rostros mas bellos que podido ver de cerca, y no hablo de una belleza cautivadora y desafiante, ni siquiera podría decir que fuera típico rostro llamativo que parece seducir a todos. Simplemente fue la belleza sutil de su mirada, casi delicada, que reflejaba dulzura, sinceridad e inteligencia, y brillaba con una luz propia, y mientras conversaba con ella, sus palabras no parecían más que confirmar lo que su rostro reflejaba.
Cuando terminó la entrevista y tras despedirnos, muy a mi pesar, fui consciente de que quizás no nos volvamos a ver nunca, no creo que mi perfil encajara con lo que en ese momento están buscando, pero sin duda ese día fue un poco distinto.
Cuando me vieron llegar mis compañeros a mi lugar de trabajo habitual, con una sonrisa dibujada en la cara, no sabían que quizás el cambio estaba tan solo en una mirada.
Así fue como me desperté algo más temprano de lo habitual y dirigí mis sonámbulos pasos al lugar de la entrevista. Llegué con suficiente antelación y al rato de verme esperando el sueño que arrastraba, sumado a la contradicción que sentía por el cambio de planes se fue transformado en algún tipo de incierta indignación.
Entonces apareció la persona que me iba a entrevistar, y como si fuera magia todos los pesares desaparecieron.
En términos estrictamente formales diré que la entrevista fluyo como era debido, con las típicas preguntas y respuestas, declaración de intenciones y consabidas estratagemas, tanto de quien tiene algo que ofrecer, como de quien tiene que demandar, unos papeles que intercambiamos durante los 45 minutos que duró el ir y venir de nuestra conversación profesional.
Puede que os preguntéis sobre que es lo que cambió mi forma de iniciar la jornada, y puede que la respuesta os parezca incluso pueril, pero es franco reconocerlo.
Al ver a la entrevistadora me quede casi sin aliento, era una chica con un rostro bellísimo, puedo que fuera uno de los rostros mas bellos que podido ver de cerca, y no hablo de una belleza cautivadora y desafiante, ni siquiera podría decir que fuera típico rostro llamativo que parece seducir a todos. Simplemente fue la belleza sutil de su mirada, casi delicada, que reflejaba dulzura, sinceridad e inteligencia, y brillaba con una luz propia, y mientras conversaba con ella, sus palabras no parecían más que confirmar lo que su rostro reflejaba.
Cuando terminó la entrevista y tras despedirnos, muy a mi pesar, fui consciente de que quizás no nos volvamos a ver nunca, no creo que mi perfil encajara con lo que en ese momento están buscando, pero sin duda ese día fue un poco distinto.
Cuando me vieron llegar mis compañeros a mi lugar de trabajo habitual, con una sonrisa dibujada en la cara, no sabían que quizás el cambio estaba tan solo en una mirada.
1 comentario
Isthar -
Un abrazo muy fuerteeee