Hoy en día, aunque parezca una contradicción, es difícil encontrar películas de animación que sean para niños, y no quiero decir con ello que películas como Shrek no puedan ser vistas por un niño, sino que están hechas para un público amplio, incluyéndose los pequeños de la casa, pero también los mas mayores.
Cuando me pongo a recordar las películas de animación de mi infancia, pero con una mirada mas adulta, las veo cargadas de valores, de buenos ejemplos, de juegos y aprendizaje juntos, y de mucha alegría. Aunque tuvieran sus toques melancólicos o incluso dramáticos, siempre levantan una sonrisa y animan a los pequeños estimulando su imaginación.
En el diverso panorama de la animación existen compañías que se empeñan en seguir conservando esa visión, que trata de que en sus obras existan esos detalles que vale la pena ser vividos por los pequeños, un ejemplo claro lo tenemos en PIXAR, la que ha demostrado que la taquilla no esta reñida con las historias que deberíamos hacer llegar a los pequeños.
Hace un tiempo me sorprendió El gigante de hierro, una de esas historias con las que me gustaría que mi hermano pequeño creciese. Pero este fin de semana aquí en Málaga he descubierto otra, una película llena de esos valores que aprecio, de ternura, de belleza, de emoción, de risas y del despertar al descubrimiento de un mundo por un niño, estuve encantado con llevar a mi hermano a verla, y os recomiendo que hagáis lo mismo.
Como guinda os dejo la melodía principal de la preciosa banda sonora compuesta para la película, que no hace sino encajar perfectamente con el resto.
